¿Se imagina ir en un tren o en un avión con algún extraño sentado a la par suya, empiezan a conversar y después de algunas horas de viaje le confiesa a este extraño sus odios y aflicciones? ¿Por qué es más fácil contarle a un extraño cosas tan personales? ¿Qué hará este extraño con lo que sabe de mí? ¿Me puede pasar a mí? ¿Puedo sentir culpa por un acto cometido por otro, un extraño?
Comience a leer con estas premisas y espero que al final encuentre respuestas.
«Un joven alto y rubio, vestido con un traje marrón rojizo, se dejó caer en el asiento vacío delante de Guy y, con una sonrisa vagamente amistosa, se acomodó en un rincón.»
Así es como Bruno se acercó a Guy en aquel tren con destino a Nueva York y es ahí en donde inicia la historia que Patricia Highsmith nos regaló en 1950. Higsmith fue una escritora estadounidense reconocida más que todo por sus libros de suspenso y novela negra: Extraños en un tren, la saga de libros de Mr. Ripley (adaptada varias veces al cine) y algunos otros títulos. Sin embargo ella no se consideraba a sí misma como una escritora de suspenso.
«Me gusta evitar las etiquetas pero desgraciadamente a los editores estadounidenses les encanta.»
El libro narra el encuentro entre estos dos personajes: Guy, un arquitecto reconocido, muy trabajador con una vida casi perfecta, enamorado de su novia Anne, con una carrera en ascenso y un futuro prometedor. Bruno, un muchacho joven, alcohólico, irresponsable, dependiente de su madre, con constantes ataques de ansiedad e histeria y posiblemente homosexual.
Durante el viaje en tren Bruno insiste en conversar con Guy hasta al punto en que éste confiesa querer librarse de Miriam, su ex mujer quien no quiere otorgarle el divorcio. Bruno por su parte le confiesa el odio que siente hacia su padre y es ahí cuando el oportunista de Bruno le propone un pacto a Guy: él matará a Miriam y Guy deberá matar a su padre. ¡Un crimen perfecto! sin móviles, sin nada que los una excepto ese viaje en tren. Guy no acepta el plan, no se cree capaz de cometer un asesinato.
– Ahí es exactamente donde se equivoca. Cualquier persona es capaz de asesinar. Es puramente cuestión de circunstancias, sin que tenga nada que ver con el temperamento. La gente llega hasta un límite determinado… y solo hace falta algo, cualquier insignificancia, que les empuje a dar el salto. Cualquier persona. Su mismísima abuela, incluso. ¡Me consta!
– Pues sucede que no estoy de acuerdo dijo Guy secamente.
– ¡Le digo que estuve en un tris de asesinar a mi padre una y mil veces! Y usted, ¿a quién ha sentido ganas de eliminar alguna vez? ¿A los tipos que se la pegaban con su mujer?
– A uno de ellos -murmuró Guy.»
Al llegar a la estación Guy se separa de él confiando en no volverlo a ver nunca. Lo que él desconoce es la ansiedad de Bruno, la capacidad que tiene para llevar a cabo sus planes y la fijación que creó este muchacho por él; no deja de pensar en Guy a pesar de haberse visto únicamente durante el viaje en tren.
Meses después asesinan a Miriam, sin rastro alguno del asesino. Guy en el fondo sabe que fue Bruno, hasta que éste se lo confiesa. Ahora toca que Guy cumpla su parte, ¿lo hará?
La autora crea un juego psicológico entre estos dos personajes ahondando hasta los sentimientos más macabros de ambos, Guy, un hombre correcto, con una vida ordenada, se cuestiona si debe o no asesinar. A pesar del acoso del que se vuelve preso a causa de Bruno, éste le simpatiza, ve en este muchacho irritante y psicótico algo de él mismo, algo que no tiene el valor de aceptar. Admira la seguridad con la que se desenvuelve, la perspicacia con la planea cada uno de sus pasos. Pero a la vez lo odia por la culpa que le ha heredado al saber que por él su ex mujer está muerta. Y si realmente él sí deseaba la muerte de Miriam? quizás en el fondo le está agradecido.
En este libro Highsmith nos acerca a los más bajos instintos de los seres humanos, haciendo dudar al lector sobre la integridad de una persona y nos muestra hasta donde se puede llegar a corromper los valores de alguien para que actúe como nunca antes lo había creído.
¿Qué haría yo? Es la pregunta que acompaña al lector durante la lectura. Conforme se va adentrando en ella se es presa de otras inquietudes ¿Odiaría a Bruno?, ¿Sería capaz de asesinar después de tanto acoso?, ¿Está Bruno obsesionado con Guy?, ¿Por qué Guy no hace algo? y un sinfín de preguntas que no cesan hasta cerrar el libro.
En 1951 después de dos fracasos en la taquilla Alfred Hichtcock, director de películas de suspenso, llevó a la pantalla grande la adaptación de este libro.
«Cuando se publicó Extraños en un tren y poco después la compró Alfred Hitchcock para hacer una película, mis editores y mi agente me aconsejaron: «Escriba otro libro del mismo género y así reforzará su reputación como…» ¿Cómo qué? Extraños en un tren se había publicado como «Una novela de suspense». Aunque en mi opinión Extraños en un tren no era una novela de género, sino simplemente una novela con una historia interesante.»
– Patricia Higsmith
La película es una joya de suspenso de su época muy al estilo del director. Del libro se puede decir que tomó la idea central; la personalidad de sus personajes y el intercambio de asesinatos. Sin embargo es una pieza que no debe evaluarse unida al libro ya que al final deja a Highsmith como espectadora y Hitchcock toma la batuta dándole un giro a la historia y llevándola hasta donde él desea. Emplea otros recursos, cómo nuevos personajes que enriquecen la trama alejándola de la obra original.
Tanto el libro como la película deben disfrutarse en solitario viviendo ambas historias y perdiéndose en la mente de los extraños que se conocieron en un tren.
Comentarios
Una respuesta a «Los extraños en un tren de Highsmith y Hitchcock.»
Excelente invitación a leer y ver…