Inmortalidad

Hace algunos años conocí a Sara, una chica hermosa, cabellos dorados que caen hasta su cintura. Algunos días luce pálida por la falta de exposición al sol. También conocí a su enamorado, de hecho tenía muchos, pero éste la ama realmente. Ella solía ser un tanto obstinada y orgullosa. La verdad es que esa imagen de chica ruda, conocedora de la vida, no es más que una fachada.  Su profesión: prostituta, la más cara del burdel. Tu bolsa de oro deber ser significativa para ganarte 30 minutos con ella. Se hacía llamar Ángela. Cuando creía haber dejado la prostitución, caía nuevamente. No sabía hacer otra cosa, o eso le habían hecho creer. Finalmente dejó el oficio con éxito. Lo último que supe de ella es que falleció poco tiempo después que su marido. Sus hijos colocaron en su tumba el siguiente epitafio: «Un ángel que cayó tan bajo, pero luego se levantó hasta los cielos»

También conocí a Marta Julia, una chica extraña. Ella prefiere vivir alejada de sus familiares, pero dentro de la misma casa. Sus padres le construyeron una habitación al fondo del jardín, a prueba de ruido. Nadie escucha lo que sucede allí, ella tampoco se entera de la vida fuera de esas cuatro paredes. A mi parecer, debió simplemente irse de casa, volverse realmente independiente, pero mi opinión a estas alturas del partido no vale nada. Esas decisiones dejaron de ser posibles, y se transformaron en una verdad que ni el mismo Dios puede cambiar. Literalmente su destino se encuentra ya escrito. El punto es, que su estrategia para escaparse de su familia, cierta noche se vuelve en su contra. Se descubre encerrada en su habitación, sin poder salir. Siente que le falta el aire, grita, golpea las paredes, nadie la escucha. No encuentra la puerta por ningún lado, no existe. Las horas pasan, nada cambia, siente la desesperación, el oxígeno se agotará pronto. Trata de dormir y al despertar, todo sigue igual. La luz de la vela casi se agota. Lo que ella no sabe aún es que ha fallecido, nadie escuchará sus gritos, porque realmente no puede emitir sonido alguno. Su habitación es el mausoleo familiar.

Supe de la existencia de Elizabet hace ya varios años, pero pude conocerla personalmente hace tan solo unos días. Es una chica poco común, considerando la sociedad en la que vive. Aunque parece ser muy intuitiva, cuando de amor se trata, está perdida. No pude evitar sonreír al leer como sus pensamientos se tropezaban unos con otros; haciendo preguntas que ella misma responde y la llevan a nuevos cuestionamientos.  Así de completas y complicadas somos las mujeres. La mayoría del tiempo, ni nosotras mismas nos comprendemos del todo. Su creadora le permitió tener un final feliz, aunque sin utilizar la frase: “Y vivieron felices para siempre”.

Me agradan estas mujeres, ninguna me conoce, pero el recuerdo de su existencia me atrae constantemente hacia las páginas en las que viven.  Puedo elegir en que circunstancias encontrarlas, en medio del caos de sus vidas o bien cuando la tranquilidad va acercándose.  Puedo soñar con aventurarme nuevamente en el libro que las alberga y quizá encontrar desenlaces diferentes.  Siempre son jóvenes, bellas; tienen la receta perfecta para la eterna juventud, la inmortalidad.  Su secreto: Fueron creadas por escritores que decidieron que permanecerían eternamente dentro de sus líneas.

Si se animan a conocerlas, les comparto su dirección:  Amor Redentor – Francine Rivers; Génesis y Encierro – Rafael Romero; Orgullo y Prejuicio – Jane Austen.


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Una respuesta a «Inmortalidad»

  1. Avatar de Samantha Blue
    Samantha Blue

    Extraño tus líneas. Este me lo encontré dentro de artículos relacionados y me gusta mucho. El triángulo de mujeres y la recomendación de sus vidas.