Vacaciones

Quienes escribimos con deadline celebramos muchas veces que alguna fecha significativa ande cerca de nuestro día de publicación, porque siempre será un buen escape a la hora de que nos llegase a faltar tema sobre el cual escribir. ¿Quién no querría leer algo de paz, hermandad, sobre compartir, del poco valor de los regalos y la importancia del sentido espiritual en época navideña? ¿O le disgustaría a alguien leer sobre las tradiciones, el turismo, el arte del aserrín, calles cerradas, el valor de Antigua Guatemala y la devoción de muchos para Semana Santa?, por mencionar un par de ejemplos. Ya sea a favor o en contra, por más que lo sea, no parecen asuntos redundantes y estoy seguro que no falta quien, con agrado, espere leer al respecto.

Hace unas semanas fui a almorzar con una amiga con la que había perdido casi por completo el contacto. Nos pusimos al día en varios aspectos de nuestras vidas y algo, lo que nos dio tiempo, recordamos de cosas que juntos vivimos. Reímos bastante. Recordó que me gusta leer, pero no tenía idea e hizo gesto de asombro cuando le comenté que puedo llegar muy de madrugada con un libro en mano o acaso, si me va bien, escribiendo, pero casi siempre lo hago rodeado de letras. No recuerdo sus palabras exactas, pero quiso darme a entender que tenía que vivir, trató de hacerme entender que fuera hay otro mundo, uno por el que vale la pena caminar, al que vale la pena descubrir y disfrutar. “La vida es más que libros” sentenció.

No podría estar más de acuerdo con ella. La vida, el tiempo, los días, la naturaleza, lo que el ser humano crea, las emociones, las amistades y las relaciones, entre otras cosas, tienen mucho por ofrecer y tanto para poder disfrutar. Hay un mundo lleno de opciones, lo que no le aclaré en ese momento a mi amiga es que lo de las letras  es una más y una muy buena por cierto.

El primero de abril en “El Periódico” salió la sección “El acordeón” titulada “Lecturas de Verano”: un compendio de cuentos de distintos autores que se antoja disfrutable y cuyo título me pareció una sutil invitación a dedicarle algo de tiempo en éste descanso. Ahora que oficialmente estoy en mis vacaciones, leí dos y me gustaron. Un cuento de Nicté García, de quien no sabía nada, salió en la revista “Magacín” de “Siglo 21” del mismo día, el cual me agradó.  Entiendo con ello que hay quienes ven que el gusto por la lectura nada tiene que pelear con la fecha.

Es Semana Santa e imagino las masas de gente luchando por hacerse de un lugar en la arena de las playas; la cantidad de pieles quemadas, unas rojas y otras negras, a las que, acusando vanidad, llamarán bronceadas; las carreteras que si pudieran pedirían piedad por el peso que soportarán y que contarán con poquísimo espacio para transitar; las edecanes bailando, la mayoría con desgano, a ritmo de música estridente, promoviendo marcas de bebidas; la ciudad con la mayoría de sus avenidas libres y unas cuántas cerradas para automotores y abiertas de par en par para quienes quieran ir a apreciar la el arte de las alfombras y la tradición propia de la fecha; iglesias, ventas de comida, negocios y centros comerciales disfrutando sus vacaciones de distintas maneras.

No puedo dejar de imaginar a los amantes de la lectura guardando uno, dos o tres libros dentro de la maleta que llevarán al viaje; guardando el que irá dentro de la mochila que los acompañará al paseo que tienen planificado; guardando uno dentro de la bolsa de mano de “ellas” y portando uno en las manos de “ellos”, que cargarán consigo por si hay algo de tiempo libre; los dispositivos de lectura, cual con sus ventajas y desventajas frente al de la competencia, que gustosos encenderán sobre hamacas, bancas, sillas, camas, asientos, etcétera.

Los libros no aíslan del mundo, lo hacen más grande, e incluso nos llevan a lugares a los que no es posible ir de otra forma.

Que sí… hay cientos de formas de disfrutar de la vida y también de aprovechar estas vacaciones, pero yo al menos cargaré un libro conmigo, sin importar el formato, por si acaso tengo la oportunidad de combinar placeres. Quizá mi amiga no llegue a entenderlo, pero se que muchos de ustedes sí.

Saludos

PS. En abril del año pasado salió publicado mi primer artículo de ésta columna. Es una agradable sensación ver lo que ha pasado con ella, un gusto considerar el trabajo de cada mes y gratificante contar con comentarios, respuestas y reclamos de quienes me los hicieron llegar. ¡Gracias a todos!


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Comentarios

3 respuestas a «Vacaciones»

  1. Avatar de Veronica
    Veronica

    Muy bonita su columna señor Velásquez, es interesante saber como lo apasiona la lectura y con que amor la describe, asi como tambien nos hace recordar nuestras tradiciones que poco a poco desaparecen por ejemplo en mi vida, en mi niñez era toda una aventura lo que soliamos hacer con mi familia, ahora que ya estoy casada tengo otras prioridades si bien no sali de este año, se podria decir que la pase bien, no del todo pero en familia..  
    Y felicitaciones por un mes más que publica, me encantará seguir leyendo sus columnas. 

    1. Avatar de omarvelz
      omarvelz

      Las tradiciones existen por el valor que les vamos dando, soy de la opinión que mantenerlas porque «hay que hacerlo» no sirve. Sin duda que muchas se nos pierden en el tiempo, pero importante sería ir creando las propias, en el «ahora».

      Gracias por el comentario y la opinión.

      Saludos

      1. Avatar de Iván M.

         En cierta forma estoy de acuerdo con vos Omar, no hay que mantener porque hay que hacerlo, pero pienso que ese «hay que hacerlo» usualmente se encierra un valor sentimental, o un ritual (como visitar a los muertos), para atraer los recuerdos.

        Una tradición quizá sea de las pocas cosas que puedas compartir con una persona (que no conociste, o conociste poco), y esa es razón suficiente para hacerlo. No sé necesita que tenga un valor económico, intelectual o otro tipo para justificarse.