Cien años, cinco años

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No recuerdo aquellos momentos debido a su importancia sino más bien a su constancia. Por mera casualidad —es decir, por conveniencia— aquella profunda reflexión ocurría, invariablemente, cuando se acercaba un examen de Ciencias Sociales: ¿Qué gano aprendiendo fechas?

Siempre me gustó la historia de todo tipo. Me asombré con los descubrimientos, me inquieté con las conquistas y las crueldades, me sorprendí con las hazañas y con los misterios, pero siempre odié tener que recordar el momento en que un evento importante ocurrió. Entonces no había más justificación que aprender para ganar el curso, sin más. Pero pasa el tiempo, se crece y las excusas cambian: acervo cultural.

Mi pelea con ellas continúa. Si bien puedo reconocer la importancia de las épocas porque ponen cada historia en su adecuado contexto, sigo pensando que saber el día, el mes y el año — la hora sería vanidad— de cierto evento, carece de importancia o la tiene en poca medida.

En la sección «elacordeón» de El Periódico del 10 de noviembre de 2,013 —que, adivino, habrá salido a eso de las dos de la mañana— vienen tres artículos sobre Albert Camus, que celebran el centenario del nacimiento del notable escritor. En la portada se lee “100 años del hombre rebelde”. Uno de ellos es la transcripción del discurso que dio cuando aceptó el Nobel el 10 de diciembre de 1957. Al inicio dice:

Al recibir la distinción con que ha querido honrarme su libre Academia, mi gratitud es más profunda cuando evalúo hasta qué punto esa recompensa sobrepasa mis méritos personales. Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se reconozca lo que es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer su decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que realmente soy. ¿Cómo un hombre, casi joven todavía, rico solo por sus dudas, con una obra apenas desarrollada, habituado a vivir en la soledad del trabajo o en el retiro de la amistad, podría recibir, sin una especie de pánico, un galardón que le coloca de pronto, y solo, a plena luz? ¿Con qué ánimo podía recibir ese honor al tiempo que, en tantos sitios, otros escritores, algunos de los más grandes, están reducidos al silencio y cuando, al mismo tiempo, su tierra natal conoce una desdicha incesante?

El inicio de su discurso, que es un mal esfuerzo por mostrarse humilde, llamó mi atención por las preguntas y porque me queda clara la razón por la que Camus siga siendo considerado un escritor de los grandes: “Rico solo por sus dudas”.

Un cuento dista mucho del detalle de una novela, la cual a su vez no tiene nada que ver con la forma de desarrollar temas en un ensayo y todos éstos caminan a gran distancia de la complejidad de un poema. La literatura da para gustos y calidades. No obstante debería ser considerado un buen escritor aquel que, más que tener la osadía de dar respuestas, entregue a sus lectores preguntas de todos sabores y siempre en ellos un sinfín de dudas. Después de todo esa capacidad de cuestionar es de los distintivos que nuestra especie posee. Qué mejor que aprovecharlo.

El discurso de Camus continúa con otras varias ideas que valdría la pena analizar, y quizá luego lo haga.

A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes”.

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizá mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga”.

Dice también:

“Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido”.

Y fue ésta línea la que me hizo dudar de su pretendida humildad —misma que de poco aprovecha—, porque no puede ser humilde quien da cuentas de su plenitud.

Por mi parte seguiré con la duda sobre la importancia de las fechas. De poco me aprovecha saber el día en que Camus dijo esas palabras y en mucho el saber que lo hizo… y más aún conocerlas.

También continuaré agradecido con quienes se dedican a recordarlas y utilizarlas como pretexto para regalarnos estas joyas de artículos. Y con quienes se dedican a esparcir esas dudas, fantásticamente transmitidas, a través de la literatura.

Saludos

PS. Entre fechas, momentos y eventos importantes, no puedo dejar pasar la oportunidad de felicitar a Lectores Chapines por estar a nada de cumplir cinco años. ¡Salú Lectores!


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Una respuesta a «Cien años, cinco años»

  1. Avatar de alexxx007
    alexxx007

    Larga vida a los Lectores Chapines