La señorita Else

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Entre sus características, el cerebro femenino posee conexiones neuronales útiles para leer e interpretar los rostros con mayor facilidad que el cerebro masculino. Desarrolla más sensibilidad emocional y otras facultades que marcan la diferencia entre hombre y mujer. En esta narración, el austriaco Arthur Schnitzler hace gala de sus conocimientos de medicina y logra adentrarnos en los pensamientos de una señorita. Podemos ver desde sus ojos, sentir desde  su piel, en cada una de las líneas que integran este relato.

Su paseo por una villa lejana de su casa, junto a su tía y su primo, la llevan a ver personas desconocidas con las que no entabla mayor amistad. Es con la gente ya antes conocida con la que se desarrollan sucesos que provocan inquietudes en ella. La constante impaciencia de Else nos es descrita de forma introspectiva.  Su hermoso cabello rubio rojizo y su delicada figura atraen la atención, no sólo de los hombres presentes en el lugar, sino también de las damas de la nobleza en este aristocrático lugar.

Después de todo, diecinueve años de edad no la alejan mucho de su niñez, por eso ella aún se siente como una niña fuera de casa, sin sus papás, dispuesta a conocer por sí sola el mundo.

Su belleza física y encantadora personalidad la vuelven famosa y esas mismas características la pondrán en una encrucijada. Debe elegir entre ella o su familia y encontrar una solución favorable para todos. Mientras ella desvela pensamientos, muestra un conjunto de escenas y paisajes que prácticamente convierten al lector en su terapeuta.

Else nos introducirá a su mente para percibir los detalles de esta excursión. En el viaje, ella reflexiona acerca de su belleza y acepta su femineidad, aunque ahora la ve como arma de doble filo.

[afterwords]Imagen por archetypefotografie bajo licencia Creative Commons 2.0 BY[/afterwords]


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