Palabras poderosas

Las palabras pueden adquirir el significado que nosotros deseemos, el idioma funciona porque nos ponemos de acuerdo en el significado que le asignamos a cada una. Es una simple cuestión de ponerse de acuerdo, pero un acuerdo poderoso, debemos aceptar el poder de la palabra, no sólo la que es suscrita por un ente divino, sino de toda palabra inventada y pronunciada por ser humano. A algunos se les da mejor el uso del lenguaje y a otros no tanto. Unos son diestros en el uso de la lengua y otros tienen el talento en las yemas de los dedos.

En el libro de Job, capitulo 6, versículo 21 se dice: «Estarás a salvo del latigazo de la lengua», poniendo en evidencia la capacidad del lenguaje de golpear duramente a sus victimas, bueno, para ser mas exactos, a las victimas del propietario de la lengua.

Más adelante Job menciona otra utilidad del lenguaje (Job 7, 11) «Por lo que a mi toca, no guardaré silencio; la angustia de mi alma me lleva a hablar, la amargura en que vivo me obliga a protestar». Y si, no podemos negar que las protestas del adulto suelen ser mas eficaces que los berreos de los tiernos humanos que aún no han aprendido a comunicarse.

Job utiliza sus palabras para protestar contra lo que considera una injusticia y Bildad lo critica seriamente (Job 8, 2) «¿Hasta cuando seguiras hablando así? ¡Tus palabras son un viento huracanado!», en conclusión: las palabras pueden ofender hasta a un dios todopoderoso.

Los bellos y enérgicos discursos de Job concluyen con la aceptación de una equivocación e intentan corregir el rumbo (Job 42, 6) «Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza». Otra de las utilidades del idioma, corregir.

Nietzche pone en evidencia que nuestro conocimiento está basado en palabras cuando comenta: «La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano» . Dicho de otra forma las palabras nos permiten crear universos dentro de nosotros que pueden ser ajenos a la verdad.

Pero una de las mayores virtudes de la palabra es su capacidad de elogiar la belleza, Cortazar nos muestra como en su poema «Tu boca»

La otra gran virtud es la posibilidad de provocar sonrisas, como Manuel José Arce nos da una muestra en su Epigrama para Fedra

Sin saber que de Lesbos practicabas
los rituales extraños,
un día gris, inadvertidamente,
puse un beso en tus labios.

Hoy sonrío en la calle y me pregunto
-tras aquel desencanto-:
¿no sienten algo al verme tus amigas,
las que indirectamente yo he besado?

Palabras de gratitud, de protesta, de perdón y de agravio. Las que evocan la belleza y las que convocan la risa. Concluyo con la frase del tío Ben a Peter Parker  «Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad».


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