Zweig en el Gran Hotel Budapest

The Grand Budapest Hotel

Encuentro la televisión muy educativa, cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro. Groucho Marx.

Muchas veces la frase de este humorista estadounidense resulta válida. Pero cuando se transmite una cinta del director de cine Wes Anderson, uno prefiere continuar en el mismo lugar para deleitarse con su ingenio para indagar en la vida de un escritor a través de toda su obra literaria y representarla en una película que conjuga la pintura, la música y otras artes usando como medio el guión de la misma. Este cineasta tuvo la sutileza de representar a Stefan Zweig con un actor cuidadosamente arreglado para lograr un parecido admirable.

Stefan Zweig, un escritor nacido en Viena, la capital de Austria. y que fue visitado por la muerte en el año 1942 en Petrópolis, Brasil. Este austriaco recibió constante formación académica desde su niñez. Su grado de cultura le brindo el ambiente propicio para conocer a distinguidos literatos y tuvo el privilegio de traducir a su lengua materna, el alemán, textos clásicos.

En sus memorias, conocidas en español por el título El mundo de ayer, puede conocerse su contexto histórico y el ambiente político en el que vivió. El mundo de la seguridad que Zweig menciona en sus memorias es el que nos ayuda a ubicarnos en torno a él en la película. Las familias acomodadas de su época velaban celosamente, aunque fuera por apariencia social, que sus hijos recibieran una buena educación. Les inculcaban el estudio del inglés, el francés y además se les familiarizaba con las artes y los buenos modales. El refinamiento y erudición de este escritor, que nació en Europa y viajó a América al ver la decadencia de su continente, se ven reflejados en los textos, tanto en los ensayos como en las narraciones.

La aparente historia de un empresario hotelero exitoso tendrá un giro y se tornará en una novela policíaca. Anderson no podía ser tan obvio en el mensaje, mezcló la ficción y la realidad. El protagonista llevará otro nombre y tendrá otro oficio, pero su comportamiento en el hotel recordará a un hombre refinado que pronunciará frases como esta:

«La grosería es sólo la expresión del miedo. Las personas temen no conseguir lo que quieren. La más horrible y poco atractiva persona sólo necesita ser amada y se abrirá como una flor.» Monsieur Gustave.

Similar a la forma en que Stefan Zweig, nos cuenta cómo fue su juventud:

“Me inoculó en la sangre un apasionamiento por todo lo intelectual que ya no querría perder nunca, y todo lo que he leído y aprendido desde entonces hasta ahora se asienta sobre los fundamentos que se endurecieron en aquellos años.”

Como invitación a ver la película, el diálogo inicial: “Es un error extremadamente común: La gente cree que la imaginación del escritor siempre trabaja, que inventa constantemente una infinidad de incidentes y episodios, que simplemente sueña sus historias de la nada.”

Nos hace pensar en el prólogo de Momentos estelares de la humanidad:

“Ningún artista es durante las veinticuatro horas de su jornada diaria ininterrumpidamente artista. Todo lo que de esencial, todo lo que de duradero consigue, se da siempre en los pocos momentos de inspiración.”

El momento estelar será el film. Un drama, una comedia o una narración detectivesca, o quizás un poco de cada una de ellas, están presentes en esta creación cinematográfica que nos motivará a no tomarnos tan en serio a Groucho Marx.


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