Ya llevaba varios libros conmigo, pues los precios en Uruguay, aunque han subido, son de aprovechar, cuando se me ocurrió, más pensando en un souvenir que en saciar mi hambre de buena lectura, preguntarle al joven que me asistía con información y ubicación de los textos, quien seguro, por el modo excesivamente afable de su trato, perseguía llenar su cuota de venta, por algo que pudiera recomendarme que fuera muy tradicional en éste país. Algo que le fuera conocido a cualquier uruguayo con el que hablara, si es que su fama de buenos lectores es tan real como comentada. Me llevó a la sección de “Nacionales” y me sugirió algo de Benedetti o de Galeano. ¡Decepción!
De Benedetti he leído algo, pero al autor le fue tan bien que un libro de él se consigue en cualquier librería de Guatemala y con Galeano estoy algo peleado desde que leí “Las Venas Abiertas de America Latina”.
―¿Solo eso tenés?
―De ahí tenés todos esos que son uruguayos ―Contestó―, podes llevar cualquiera.
Cuando me preguntaron en caja el nombre de la persona que me había atendido, me dieron ganas de decir que nadie.
En el avión, de camino a Montevideo, me tocó ir a la par de una pareja, creo, de franceses, si mi oído para el particular acento no me falla, porque del idioma conozco, si mucho, tres palabras. Se comunicaban con otras personas que iban una fila de asientos atrás y a la derecha, más que todo en inglés, aunque también les escuché una que otra frase en español.
De los tres de atrás, quien estaba hacia el pasillo era una joven, nunca fui bueno calculando edades, excusa que lo salva a uno de momentos incómodos, en especial con las damas, pero estimo que tendría entre quince y diecisiete años. En su mano llevaba el libro: “Carazamba” de Virgilio Rodriguez Macal. De inmediato me hizo regresar a aquellas tardes en que, luego de clases, disfruté el escape de aquella pareja que, metidos en serios problemas, recorren lugares interesantes de nuestra patria.
Hace algunos días, en una de varias cuentas de Twitter que sigo, en donde el tema principal son libros, apareció el link hacia una nota llamada: “The Top 10 Book Covers of 2011”. Fui a chequearlo y, siendo sincero, no logro entender lo destacado de la mayoría de las portadas seleccionadas (vale aclarar que lo del diseño no es mi fuerte). Lo cierto es que lamenté que una nota que, dicho sea de paso, suma muchos comentarios, tenga como tema principal la parte que menos debiera de interesar de un libro, no al menos, para escritores y lectores, quienes vemos la belleza del arte de la escritura en las letras mismas y que entendemos bien que la portada de poco aprovecha.
El artículo me hizo meditar en qué es lo que se está leyendo y el por qué de la selección. El mainstream literario va de historias románticas, protagonistas de “buen ver” y de una máquina mercadológica que seguramente se preocupa, incluso o más, por cómo lograr que un libro puede ser seleccionado sólo por su portada.
Editorial Piedra Santa últimamente se ha dedicado a hacer portadas terriblemente horribles, que dan la impresión, quizá con esa intención, de que lo que venden son textos escolares. Malos dibujos y fea combinación de colores que en nada demeritan lo bueno del texto que protegen, como es el caso de “Carazamba”.
Ojalá nuestra selección de libros escape cada vez más de todo ello y nos permita beneficiarnos de la misma, aprovechando el placer que, como lectores, nos representa navegar por las historias. No concibo la idea de decir que estoy leyendo un libro porque me llamó la atención su portada, o porque ésta estaba en el top 10 de cualquier lista.
Luego de meditarlo por un par de minutos quise decirle: “that is a great adventure”, pero para cuando volteé ella ya había guardado el libro. Ojalá que logre disfrutar de la historia e ignore la fea portada del texto que se llevó como recuerdo de Guatemala.
Esa misma respuesta, o una similar, esperaba en la librería de Montevideo. Estaría bueno que nosotros, los amantes de las letras, sí pudiéramos dar una buena respuesta cuando nos pidan recomendación de nacionales.
Saludos
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Omar Velásquez — @omarvelz
Guatemalteco, escritor, analista/programador, esposo, padre y tengo en mi haber varios tìtulos más, de esos que el correr de los años va cargando sobre nuestros hombros.
http://omarvelz.wordpress.com