Lector ideal

Existen tres clases de lectores: uno, que disfruta sin juzgar; un tercero, que juzga sin disfrutar; otro, en medio, que juzga mientras disfruta y disfruta mientras juzga. Esta última clase verdaderamente hace vivir la obra de nuevo; sus miembros no son numerosos”. Goethe, en una carta a Johann Friedrich Rochlitz.

En varias ocasiones y muy distintas personas se han detenido justo cuando estaban por contarme alguna parte importante de la historia de algún libro, que casi siempre es el final. Suelo insistir en que no hay problema, no me es importante conocer más o menos de qué va el texto en función de poder disfrutar del mismo. Hasta ahora solo conocí tres personas que, como yo, no tienen tal inconveniente.

Alberto Manguel en su libro “Lecturas sobre lectura”, dedica todo un capitulo a describir al lector ideal:

El lector ideal tiene una capacidad ilimitada de olvido y puede apartar de la memoria el conocimiento de que el Dr. Jekyll y Mr. Hyde son una persona y la misma.

La prueba de tal afirmación se encuentra en los clásicos. No se podría leer placenteramente una historia como la de El Quijote, si, para tal, fuera requisito desconocer la trama.

Del mismo capitulo de Manguel, extraje todas las citas que me permito compartir en éste artículo, porque creo que dan para analizar y meditar en ellas.

Los lectores ideales no siguen una historia: toman parte en ella.

Al cerrar el libro, los lectores ideales sienten que, de no haberlo leído, el mundo sería más pobre.

El lector ideal comparte la ética de Don Quijote, el anhelo de Madame Bovary, la lujuria de la Comadre de Bath, el espíritu de Ulises, el temple de Holden Caulfield, al menos por el espacio de la historia.

Robinson Crusoe no es un lector ideal. Lee la Biblia para encontrar respuestas. Un lector ideal lee para encontrar preguntas.

Escribir en los márgenes es señal del lector ideal.

El lector ideal desea llegar al final del libro y al mismo tiempo saber que el libro nunca se va a acabar.

El lector ideal es el personaje principal de una novela.

La literatura no depende de lectores ideales, sólo de lectores bastante buenos.

Manguel afirma muchas cosas más en su texto, mismo que he disfrutado y que me ha dejado meditando, entre otras cosas: me agrada pertenecer al segundo grupo que mencionó Goethe; me ilusiona el tener hambre de preguntas; hay libros que han tomado parte importante en la historia que cuenta lo que soy hoy día.

La última cita que comparto acá de Manguel dice: “Llega un momento cuando todo lector se considera a sí mismo ideal.” Pero quizá en realidad nunca llegamos a ser el lector ideal de una obra, sino que en nuestro andar como lectores, llegamos a encontrar al escritor ideal para nosotros.

Saludos


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