Gibrán Jalil Gibrán

Nació en enero de 1883 en Líbano y pocos años después migró a los Estados Unidos. Ciento trece años después de su aparición en éste mundo, una persona, sabida de mi inquietud por la literatura, me prestó y recomendó leer el primero de varios libros que leería de Gibrán Jalil Gibrán.

“La Tempestad”, es el nombre del libro y la historia llamada: “Satanás”, es la que más recuerdo. Aquel, herido de muerte, pide al Padre Samaan que cure sus heridas. Ese diálogo entre enemigos acérrimos que se necesitan el uno al otro para justificar su propia existencia fue uno de las primeras confrontaciones entre el bien y el mal que recuerdo. Ahí empezó mi admiración por el autor.

¡Cómo eres de inteligente, Padre! -dijo-. Y qué conocimientos posees de teología! Has hallado, con el poder de tu inteligencia, una finalidad para mi existencia que yo mismo ignoraba. Ahora comprendemos ambos, nuestra mutua necesidad.

En aquel mismo libro se encontraba “Lázaro y su amada”, de género Teatro, narra el dolor de aquel que una vez muerto, fue obligado a regresar a la vida.

LÁZARO: Pero es una pena, algo lastimoso que yo haya sido arrancado de mil milenios de deseo del corazón, de mil milenios de hambre del corazón… Es una pena que después de mil milenios de primaveras yo haya vuelto a este invierno.

Su obra más famosa: “El Profeta”, es el cuestionario que realiza un pueblo a quien poseía la sabiduría que les guiaba, antes de que les dejase. Aquel acaso era considerado Profeta porque había acumulado sabiduría, o juntó tanta de ésta última que se le llegó a considerar Profeta, aún no lo sé.

Y una mujer pidió: háblanos del Dolor. Y él dijo: Vuestro dolor es la eclosión de la celda que encierra vuestro entendimiento. Así como la semilla de la fruta debe romperse para que su corazón se ofrezca al sol, así debéis vosotros conocer el dolor. Y si pudierais mantener vuestro corazón maravillado ante los diarios milagros de la vida, vuestro dolor no os parecería menos maravilloso que vuestra alegría. Y aceptaríais las estaciones de vuestro corazón así como habéis aceptado siempre las estaciones que pasan sobre nuestros campos. Y esperaríais serenamente los inviernos de vuestra pena.

La forma de transmitir el mensaje, el uso de la metáfora y la parábola hicieron que disfrutara cada vez más de sus creaciones.

En su libro El Vagabundo, que leí unos años después, el único que he leído completo en una biblioteca, se encuentra: La Perla:

Dijo una ostra a otra ostra vecina:
-Siento un gran dolor dentro de mí. Es pesado y redondo y me lastima.
Y la otra ostra replicó con arrogante complacencia:
-Alabados sean los cielos y el mar. Yo no siento dolor dentro de mí. Me siento bien e intacta por dentro y por fuera.
En ese momento, un cangrejo que por allí pasaba escuchó a las dos ostras, y dijo a la que estaba bien por dentro y por fuera:
-Sí, te sientes bien e intacta; mas él dolor que soporta tu vecina es una perla de inigualable belleza.

La simpleza y la idea de que el ejemplo dice más que la palabra, aunque tal ejemplo sea explicado con lo palabra, me ha fascinado siempre.

Cuando leí Los Siete Yo, de su libro: “El Loco”, decididamente terminó de convertirse en uno de mis autores preferidos. Aquel diálogo entre siete personas que hacen una sola, cada cual rebelándose ante la naturaleza de las propias tareas que tiene por hacer, es algo que he compartido constantemente. Es un elogio al hacer.

Soy el YO sin ocupación, el que se sienta en el mudo silencio y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros estáis ocupados recreándoos y creando la vida.
Decidme: ¿Sois vosotros o yo, compañeros, quien debe rebelarse?

Me ha pasado que, quizá por conocer que es de origen libanes, los escenarios para sus historias, en mi cabeza, se asemejan a los que imaginé con las historias de “Las mil y una noches”. Aquello quedó mejor plasmado en “Espíritus Rebeldes”, que, resumiendo, son historias con crítica a las costumbres tradicionales.

La Procesión, Alas Rotas, Ninfas del Valle, Jesús el Hijo del Hombre y Una biografía de Gibrán, constituyen lo que, hasta ahora, poseo de él.

Muchas veces me han preguntado quién o quienes son mis autores favoritos. Solo en un par de ocasiones me han cuestionado el por qué de mi elección.

Aunque no comparto todas las ideas de Gibrán, su estilo, forma y algunas de sus ideas me hicieron seguidor de su obra y no puedo evitar preguntar y preguntarme: ¿Qué hace que un autor logre ese título de favorito?

Gibrán murió en Nueva York en abril de 1931. Ochenta y un años después estoy en mi estudio, repasando párrafos de su obra que antes he subrayado.

Me despido con un par de citas más:

Cuando la tristeza funde a dos corazones, ni la gloria ni la felicidad será capaz de destruir esa unión

Y en mi locura encontré la libertad y la seguridad que da el que no le entiendan a uno, pues quienes nos comprenden esclavizan algo de nosotros

Saludos


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