“De los más de 70 mil libros que se editaron en España en el 2010 a Venezuela solamente llegaron dos mil.” Cita un artículo que leí recientemente. Aunque el mismo dice que es 5%, en realidad quiere decir que menos del 3% de los libros de un país, llegan al otro. Dicha información revela un par de datos interesantes. Primero, que en España se editan más o menos setenta mil libros por año, una cantidad enorme y frustrante a la vez para quienes estimamos las letras, pues está claro que el tiempo con que contamos para consumir es considerablemente pequeño en función de lo que se ha producido y se seguirá haciendo. El segundo, que con todo y lo poco de textos que están entrando a Venezuela, entiendo que por su lamentable situación política/económica, siquiera tienen datos al respecto y al menos una persona que lo lamenta.
Hace pocas semanas tomé un nuevo hábito. Aun no sé cuánto dure, pero mientras tanto lo estoy disfrutando. Es algo sencillo: después de mi horario de almuerzo regreso a mi escritorio y escucho dos o tres canciones que me gusten, pensando sólo en eso, en disfrutar de la música y tratando de aislarme del resto de cosas. Grooveshark y Youtube son mis cómplices en la idea.
Uno de éstos días decidí que lo que quería escuchar era ópera: “Flowers Duet” y “Nessum Dorma” fueron las seleccionadas. No se equivoquen, no soy experto en la materia ni pretendo aparentar que lo soy, simplemente me gustan algunas canciones del género y cuando tengo oportunidad las escucho.
La segunda canción iba mas o menos por la mitad cuando, acelerado, entró un compañero de trabajo. Su gesto parecía de extrañeza. Seguro que no esperaba escuchar ese tipo de música en una oficina, o al menos no en la mía. Guardó silencio un instante tratando de prestar atención, luego interrumpió con una pregunta: “¿Qué es lo que te transmite esa música?” me cuestionó. No pude contestar claramente. Farfullé algunas ideas: que disfrutaba el sonido, los tonos, el ritmo, el sentimiento de la interpretación; que es música capaz de erizar la piel incluso sin conocer el significado de las palabras; que cada canción era distinta por lo que no podía enmarcar todas en una sola definición.
Guardó silencio otro instante, luego volvió a interrumpir: “La verdad que esta chilera, es como relajante… Está buena como para dormir”.
Quisiera, como lo saben en Venezuela, saber cuánto de la producción de libros está entrando a Guatemala, tanto de España como de Argentina, por mencionar dos de los países que más editan en español. También me da curiosidad el saber cuánto de la producción guatemalteca se queda en ilusiones y sueños de escritores, que quizá realizando trabajos dignos de publicar, no ven compensado su esfuerzo porque para ninguna editorial es negocio en un mercado pequeño como el nuestro. Qué estamos consumiendo y por qué, es otro dato que se me antoja interesante.
Guatemala no tiene las limitantes que tiene Venezuela, no aun y espero que no llegue a esos extremos, sin embargo allá hay personas preocupadas por ese tipo de información y más aun, por darla a conocer. Acá nos falta tanto.
Me agrada saber que estoy en un país que aun conserva ciertas libertades, en donde, si lo consigo puedo hacerme de la lectura que quiera, ya sea comprando local o mandando a traer. Pero me entristece que la oportunidad sea tan mal aprovechada por una sociedad que no lee.
La ópera, al contrario de lo que cree mi compañero de trabajo, no está hecha para dormir, tampoco es aburrida, ni requiere mucho conocimiento, ni es solo para cierto tipo de personas. Como tampoco los libros dan sueño, no son aburridos, no hay que tener mucha práctica para entenderlos, ni es solo para cierto tipo de personas que tienen una voluntad, que se puede envidiar, pero que no se puede alcanzar.
Cada quien es libre de pensar, querer, sentir lo que desee, pero ese tipo de ideas preconcebidas condiciona o son excusas para muchas personas que podrían estar aprovechando la riqueza que hay dentro de cada libro, al menos, dentro de un buen porcentaje de ellos. Acaso sea algo muy enraizado en nuestra cultura, el desaprovechar oportunidades que tenemos.
Saludos
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Omar Velásquez — @omarvelz
Guatemalteco, escritor, analista/programador, esposo, padre y tengo en mi haber varios tìtulos más, de esos que el correr de los años va cargando sobre nuestros hombros.
http://omarvelz.wordpress.com